Kabul, 23 ago (Prensa Latina) Un incendio en el aeropuerto internacional de Kabul, la capital afgana, estalló hoy después que se desatara un tiroteo entre militares estadounidenses y desconocidos.
El portavoz del Comando Central del Ejército de Estados Unidos (Centcom, por sus siglas en inglés), William Urban, dijo que los militares norteamericanos o de la coalición no habían resultado perjudicados por los disparos que tuvieron lugar el lunes por la mañana en la terminal áerea.
El incidente parece haber comenzado cuando un actor desconocido y hostil abrió fuego contra las fuerzas de seguridad afganas que monitoreaban el acceso al aeropuerto.
Los afganos respondieron desde su derecho a la autodefensa, el ejército estadounidense y la coalición hicieron lo mismo «, dijo Centcom.
Entretanto, se conoció que el cierre de las oficinas gubernamentales y los Ministerios dificulta la prestación de servicios en Afganistán.
La mayoría de los departamentos y entidades gubernamentales permanecen cerrados una semana después de la toma de Kabul por los talibanes, a pesar de la mejora de la situación de seguridad y los reiterados llamamientos del grupo armado para que los empleados vuelvan a trabajar.
La dirección de los talibanes quiere que los Ministerios funcionen lo antes posible, y les pide a los empleados que regresen a sus trabajos sin ningún temor «, dijo Mawolavi Bilal Nazari, miembro del Movimiento insurgente.
Este lunes se conoció que Mohammad Idris fue nombrado director interino del Banco Central en un intento por resolver el problema del cierre de los entes emisores bancos, dijo el portavoz talibán Zabihullah Mujahid.
Luego de dos décadas de ocupación militar por Estados Unidos y la OTAN, que invadieron en 2001 Afganistán en supuesta cruzada antiterrorista, los talibanes retomaron el poder, mientras se derrumbaban el gobierno y el ejército apoyados y financiados millonariamente por Washington.
La intervención de Estados Unidos cobró cientos de miles de vidas de civiles afganos y numerosos heridos, así como 11 millones de refugiados y cinco millones de desplazados internos, dejando a la nación centroasiática en peores condiciones de las que tenía hace 20 años.